Levante 0 – Reus 0. El ascenso te va a pillar cagando

image0c71f11c6c8a693a2fd33b721318ea4a_news[1]Los amantes de subir a la Liga Santander vivimos tiempos difíciles. Cada día que pasa, aumenta la angustia de acostarse sin saber si a la mañana siguiente ya estaremos en primera matemáticamente. Porque es así, de repente el Levante no es un sujeto activo en la ratificación de su ascenso. Los jugadores granotas van tirando, compitiendo excelentemente cada siete días, pero con la certeza de que ya subieron hace tiempo. Sin embargo, lo que es subir, no subir, si no subir, ocurrirá el día menos pensado y no mientras estemos viendo a nuestro Llevant. Al menos, no empatando a cero contra el Reus.

Es tremendamente injusto que tras un año en el que te tragas cuarenta y dos partidos, nos vaya a pillar el ascenso en el cine o paseando al perro. La mayoría no podemos condicionar nuestro día a día por estar pendientes de la puntería de Alfredo Ortuño. Una tarde estarás en el váter del trabajo y recibirás un escueto «Felicidades …» de tu cuñado el choto, que se ha enterado de que el Tenerife ha empatado. Y así es como de aquí veinte años, cuando os pregunten cómo fue el último ascenso del Levante a primera, que dónde estabais y con quién lo celebrasteis, tendréis que decir que os limitasteis a limpiaros el culo.

Ojo, puede que nos hayamos sofisticado. Que lo de la invasión de campo y el sobeteo a futbolistas en calzoncillos se lo cedamos a las aficiones más al sur de Despeñaperros. El día que subamos, nadie levantará los puños apretados o gritará de felicidad. Soltaremos un «ah» lacónico cuando certifiquemos que la distancia que nos separa del tercero es mayor que los puntos que nos quedan por disputar y nos serviremos un buen vino (esto ya dependiendo del poder adquisitivo de cada uno). Lo de los play-off, los partidos que son finales, los dramitas, romperle las lunas al autobús del rival, el ser el puto Oviedo, las agonías… lo dejamos para los chavales de entre la posición segunda y vigesimosegunda. No necesitamos tirarnos en paracaídas desde un precipicio para acordarnos de que estamos vivos. A segunda no hemos venido a hacer el payaso.

Quisiera acabar con un saludo y un agradecimiento cordial a la gente que está al quite con la calculadora desde hace ya semanas. Que sigan con los numeritos y que me avisen cuando tal. Un abrazo para ellos, los auténticos héroes del ascenso.

 

Getafe 2 – Levante 0. Instrucciones para ser equipo de primera

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Habría sido preferible sacar algo más que un punto de los dos enfrentamientos con el Getafe de la temporada. Les hemos ayudado a sumar y volverán a la Liga Santander a seguir jodiendo la marrana con su deambular anodino por las posiciones undécima, duodécima y trigésima de la clasificación.

Tras el partido del sábado, aumentan sus posibilidades de ascender con nosotros y, con ello, ganarse un espacio en primera que podría haber ocupado un club de los que descienden con un soplido. Porque el Getafe no baja, no. Muchos diréis que «oh, pues aquí lo tenemos, con el Levante en segunda, mis padres son chotos y no suelo leer el Escuadrón 5|3|1». En fin, sonroja tener que explicar lo evidente; se vinieron con nosotros para seguir incordiando, explorar el terreno, tomar nota, aprender de los errores y, ahora sí, no descender jamás de categoría. El Getafe, la mala hierba del fútbol español, aferrará sus raíces como nunca antes lo había hecho en lo que es ni la chicha ni la limoná de la primera división.

Para transformar al Levante en un equipo de primera (que no en un equipo que está en primera), primero, debe convertirse en el Getafe. Esto es, dejar de convivir con la idea del descenso. En este aspecto, íbamos muy fuertes con Juan Ignacio Martínez GYM, pero se fue todo al carajo progresivamente con Caparrós, Alcaraz y Rubi. Este mismo año, el primero vendió humo en Osasuna, el segundo prolongó hasta anoche la agonía del Granada y el tercero sigue perdiendo finales con el Sporting. Los tres equipos estarán en segunda el año que viene. Luis García Plaza también parecía una figura adecuada para la empresa getaficadora, no en vano acabó en el banquillo azulón. Muñiz está perfectamente capacitado para salvarnos los próximos dos años empatando a uno 19 y 22 partidos respectivamente.

El segundo paso una vez nos hemos transformado en el Getafe es convertirnos en algo más que el Getafe. Para ello contamos con una gran ventaja: un entorno alegre y colorido. Donde ellos tienen un secarral detrás del estadio, nosotros tenemos un canal de youtube por el que emitimos un montón de mongoladas. Donde ellos unos asientos vacíos y descoloridos por el implacable sol mesetario, nosotros una divertida anécdota de un campesino que no quiso vender su terruño y nos legó un agujero en Gol Orriols. Esas cositas que deberían convertirnos en un equipo simpático cuya afición tiene la capacidad de conectar su ilusión y ambición a la psique de los veintitrés jóvenes con la vida resuelta que integran la plantilla del primer equipo.

Mientras todo esto ocurre, es fundamental seguir enviando cada dos semanas al lateral izquierdo suplente de turno, acompañado de los ínclitos Blau y Grana, a firmar autógrafos por las escuelas de toda la provincia. El proselitismo entre las ingenuas y moldeables criaturas de metro treinta de estatura es básico para reforzar el dicho entorno. En lo de tratar de convertirnos en el primer equipo de la ciudad, sin embargo, debemos reconocer que está poniendo más empeño el Valencia que nosotros. Es complicado, pero quién sabe si algún día ese club estalla en millones de pedacitos. Para cuando ocurra, que estemos nosotros agazapados y no el Huracán Valencia, por favor.

Así, pasito a pasito, a sesenta años vista, podríamos cambiar lo de «qué grande es ser pequeño» por «que el pequeño sea el Burriana, que yo quiero mi puta Champions».

Del Getafe se puede aprender qué queremos y qué no queremos ser. Sobre el partido; Jorge Molina y al carrer.

Levante 2 – Mirandés 1. La muerte de Saveljich

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Cuando llegó en agosto, Saveljich tenía buena pinta. Un central argentino que en los parones de selecciones, en vez de colgar fotos en las redes sociales de sus piernas en la playa de la Malvarrosa, se iría a hacer el cabra con Montenegro.

La historia es la siguiente: en 2014 Esteban Saveljich solicita a la embajada de su país iniciar los trámites para obtener el pasaporte montenegrino tras enterarse de la existencia de un bisabuelo crnogorski. Hasta ahí todo normal; si algo les chifla a los latinoamericanos es conseguir la doble nacionalidad. A los pocos días, Esteban recibe una llamada de la Federación de Fútbol de Montenegro en lo que parece ser una sobrada de los servicios secretos del pequeño país balcánico (en tu cara, Barack). En la operación interviene Niša Saveljić, treinta y dos veces internacional con Yugoslavia y primo lejano de Esteban.* El colapso de los Imperios Austrohúngaro y Otomano  le ha dado mucho a los que siempre quisimos escribir en Panenka.

En un principio, Saveljich adoptó el rol de tercer central, aunque pronto empezó a combinar este papel con Rober Pier, del que Muñiz se acabaría fiando más. Para cuando se lesionó Chema, se hizo evidente quien era el cuarto central. Saveljich, un tío con suerte, se lesionó en su partido de Copa e iba a ser titular en Vallecas en un partido que acabaría suspendiéndose por una tarde de lluvia que no te lo firma ni el Dios del Antiguo Testamento. Cuando se disputó el partido aplazado, había desaparecido del once.

Tras la expulsión de Rober y la quinta amarilla a Postigo en Palma, parecía que por fin Esteban Ariel acababa con sus días de animal enjaulado. Pero no, se ve que Rober Pier tiene un cuñado en el Comité de Competición y le ha afinado la sanción. Saveljich otra vez al banquillo.

Sin embargo, mira como son las cositas, Pedro López, que es TOP-3 personas a las que más quiero en este mundo, rozó la pensión vitalicia en el minuto 37. Que sí, que entras, Esteban, que Sant Bernat ha dit la veritat, dale dale. Y qué primeros minutos tú, qué sensations. Ese miedo a tropezarse con el balón siendo el último central en tu primera intervención delante de toda tu afición. Esa entrega cobarde al portero pudiendo avanzar metros con la pelota en los pies. Ese alborozo al salir airoso de tu primer pase interceptado y recibir por fin un aplauso. Todos conteníamos el aliento cuando Saveljich la tocaba. Por fin el outsider del grupo se integraba en la fiesta de la 2016/17.

PERO NO PUDO SER. El armatoste argentino desentonaba y mucho. Primero yendo a una disputa aérea midiendo peor los tiempos que Moctezuma. Y con la tarjeta amarilla, enzarzándose en una pelea, el muy demente. Finalmente, saldría retratado en el gol. Se lo mearon totalmente. Notas muy graves en la aguda y alegre pianola granota.

Por supuesto, todo esto lo observaba desde el área técnica un tipo que mataría a su madre con tal de rascar un punto contra un filial. Muñiz es un goloso de los tres puntos. Le gusta ganar más que a un tonto un lápiz y, precisamente a mediados de la segunda parte, el proyecto ganar no pasaba por tener a Saveljich en el campo. Amonestado, desubicado, pasado de vueltas y desplazando al lateral a un central sin capacidad ofensiva. Formalmente, el cambio fue impecable. Desde el punto de vista emocional, discutible. El caso es que esto se trata de ascender y no de amortizar las sesiones en el psicoanalista de los rematadamente suplentes.

Los hechos le darían la razón al entrenador. Por un lado, Saveljich, por el que este club gastó parte de la valiosísima y cada vez más reducida fortuna conseguida a través del tráfico de delanteros subsaharianos, murió para siempre como jugador del Levante U.D. en el minuto 71. Por el otro, ganamos un partido.


*Esta entrada puede contener trazas de periodismo. Mío no. De Diego Santonovich, del departamento de prensa de la AFA: http://afa.org.ar/1601/un-argentino-suelto-en-la-ex-yugoslavia